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La práctica psicomotriz

La práctica psicomotriz

            ¿QUE ES LA PRÁCTICA PSICOMOTRIZ?

 

La práctica psicomotriz es un método en que nos ayuda a comprender lo que un niño/a expresa a través del movimiento y el sentido de su movimiento.

Este proceso va de la acción, el juego y el movimiento a la generación de pensamiento, es el proceso en que el niño accede al mundo simbólico, y desarrolla sus representaciones mentales consciente e inconscientes a partir de sus acciones, sus sensaciones y sus emociones.

 

Los niños que saltan, corren, ríen, gritan, lloran y todo ello tiene un sentido que nos proporcionan y nos permite comprender el sentido profundo de todo ello y en consecuencia nos abre un campo de intervención ajustada para que el niño transforme sus impulsos, los canalice, los exprese, incluso los represente en imágenes y creaciones propias.

 

En las sesiones de psicomotricidad hay normas, estructuras y  la figura del psicomotricista  que aportan una seguridad al niño.

 

La estructura de la sesión de psicomotricidad es importante para situar al niño, el espacio de expresividad motriz, utilizando  materiales adecuados para segurizar al niño.

 

Psicomotricidad en familia (psicomotricdad preventiva) .

 

Favorece el paso “ del placer de hacer al placer de pensar” son palabras del B. Aucouturier.

La edad idónea es de 0 a 3 años, favoreciendo el desarrollo de las bases madurativas para que los niños realicen el proceso que permite transformar la energia corporal y pulsional en acciones y en pensamientos.

Se realizan en un pequeño grupo con las familias presente y acompañando a su hijo/a en el proceso de maduración, y desarrollo de sus hijos/as.

 

 

La práctica de ayuda psicomotriz

La terapia psicomotriz se propone cuando se advierte alguna discapacidad para la integración somato-psiquica. . Esta práctica terapéutica tiene como finalidad anclar el registro simbólico en el cuerpo y en los afectos de placer a través de una relación interactiva entre el/la niño/a y el/la terapeuta.

En la práctica psicomotriz trabajamos desde lo que el niño sabe hacer, de sus capacidades para potenciarlas y así poder avanzar en lo que no sabe hacer o le resulta difícil o le produce miedo en hacerlo, por tanto trabajamos los trastornos de la expresividad motriz  como la hipermotricidad ( no para de moverse el niño/a), la impulsividad motriz, la pasividad motriz, inhibición,..

 

Con un material apropiado para vivir los juegos de segurización profunda: de destrucción, de placer sensorio-motor (trepar, saltar en profundidad, caer, rodar, balancearse…), taparse, esconderse, de persecución, de identificación con el agresor (el juego del lobo), y también los juegos de segurización superficial: juegos de identificación parental o de identificación con personajes imaginarios (de los dibujos animados) o de la vida social (artistas, deportistas…). Durante la sesión El Especialista en PPA induce sin proponer directamente y se ajusta a las acciones y a los juegos de los niños y de las niñas favoreciendo tanto los juegos de segurización profunda como los de segurización superficial. Propone torres para que las destruyan, lugares en los que desequilibrarse, caer, esconderse y también un lugar para cuidarles o para curarles después de los juegos de accidentados (el hospital). El/la Especialista en PPA ayuda a construir, a disfrazarse, a taparse, puede también regular el material para evitar la confusión y puede reducir su utilización si estimula la agresividad en el grupo.

 

Los objetivos de esta práctica se pueden resumir en favorecer:

  • el desarrollo de la función simbólica (de la capacidad de representación) a partir del placer de la acción y el juego;
  • el desarrollo de procesos de segurización frente a las angustias de pérdida por medio del placer de la acción;
  • el desarrollo del proceso de descentración tónica y emocional, indispensable para acceder al pensamiento operatorio y al placer de pensar.

 

Para poder alcanzar estos objetivos hemos creado un dispositivo espacial y otro temporal que se ponen a disposición de los/as niño/as en la sala de práctica psicomotriz.

 

Los espacios estan diferenciados.

 

El espacio de la expresividad motriz

Con un material apropiado para vivir los juegos de segurización profunda: de destrucción, de placer sensorio-motor (trepar, saltar en profundidad, caer, rodar, balancearse…), taparse, esconderse, de persecución, de identificación con el agresor (el juego del lobo), y también los juegos de segurización superficial: juegos de identificación parental o de identificación con personajes imaginarios (de los dibujos animados) o de la vida social (artistas, deportistas…). Durante la sesión El Especialista en PPA induce sin proponer directamente y se ajusta a las acciones y a los juegos de los niños y de las niñas favoreciendo tanto los juegos de segurización profunda como los de segurización superficial. Propone torres para que las destruyan, lugares en los que desequilibrarse, caer, esconderse y también un lugar para cuidarles o para curarles después de los juegos de accidentados (el hospital). El/la Especialista en PPA ayuda a construir, a disfrazarse, a taparse, puede también regular el material para evitar la confusión y puede reducir su utilización si estimula la agresividad en el grupo.

El espacio de la expresividad plástica y gráfica

En este lugar los niños y las niñas pueden construir o dibujar libremente. En este espacio la actitud del/la Especialista en PPA es sobre todo maternante: aporta los materiales necesarios para la construcción, distribuye las hojas o los lápices y sobre todo facilita que cada niño/a hable de la historia del dibujo o de la construcción que está haciendo en lugar de que al final diga solamente qué ha construido o qué ha dibujado.

El dispositivo temporal

En un momento de la sesión se invita al grupo a pasar del espacio de la expresividad motriz al de la expresividad plástica y gráfica. Este paso favorece el desarrollo de diferentes niveles de simbolización desde la vía corporal hasta el lenguaje. Es un recorrido que ayuda a la distanciación emocional ya que las emociones se van integrando en las imágenes mentales en el proceso de descentración tónico emocional.

El dispositivo temporal incluye un tiempo para la historia (cuento) que se narra a los/as niños/as después de la expresividad motriz y antes de la expresividad plástica y gráfica. La historia es un juego dramático de segurización profunda frente a la angustia de ser destruido/a o abandonado/a. Una historia que estimule internamente las emociones y que asegure frente a las angustias por medio del lenguaje. El/la Especialista en PPA ha de saber emocionar al grupo, segurizándolo a la vez, antes de pasar con más motivación a la construcción o al dibujo.

El conjunto de la sesión de práctica psicomotriz educativa se completa y se enmarca con un ritual de entrada, al inicio, en el que el/la Especialista acoje a los/as niños/as, recuerda las consignas de funcionamiento: la sala es para jugar y en ella no se puede hacer (ni hacerse) daño y con un ritual de salida que cierra la sesión y en el que cada niño/a es identificado/a con su nombre.

El/la Especialista en PPA

El/la Especialista en PPA acoge a cada niño/a y acepta el placer de repetir los juegos. No actúa en lugar del/la niño/a, ni le estimula, ni tampoco le invade, sino que le acompaña. Acompañar es interactuar sin invadir.

 

En práctica psicomotriz educativa la implicación del/la Especialista en PPA ha de ser moderada a pesar de la presión de las demandas de los/as niños/as, porque ha de garantizar la seguridad material y afectiva de todo el grupo, durante toda la sesión, por medio de una mirada periférica. Su actitud permanente favorece, con flexibilidad, el placer de hacer, de transformar, de jugar y de crear conjuntamente, como base de la función simbólica y de comunicación y desarrolla un sentimiento de solicitación de la comunicación entre todo el grupo.

El/la Especialista en PPA dinamiza la comunicación y facilita la resolución de los conflictos que aparecen en el grupo, hace posible el diálogo y se mantiene firme, si es necesario, teniendo siempre en cuenta que un conflicto ha de resolverse estrictamente entre los/as interesados/as y no transformarse en un “juicio público” ante todo el grupo.

En práctica psicomotriz no tienen cabida la culpabilización ni las amenazas, ni siquiera en respuesta a comportamientos que se puedan vivir como excesivos. Por el contrario una actitud comprensiva, con gestos y palabras afectuosos y firmes a la vez han de ser suficientes para calmar a los/as niños/as, es decir para que evolucionen los conflictos y las defensas.

 

La práctica de ayuda psicomotriz (la terapia psicomotriz)

La filosofía de la ayuda: “Hacerse cargo” de la historia del niño expresada en la relación que le ofrecemos, es una buena metáfora para entender la ayuda desde nuestra concepción. “Hacerse cargo” en contraposición a “cuidar” (curar el síntoma).

La patología psicomotriz es el resultado del fracaso de la integración de las experiencias corporales en el psiquismo, dentro de una relación (el fracaso de la construcción de los fantasmas de acción); el entorno se hace imprevisible, caótico y poco maleable y perduran las angustias arcaicas de pérdida del cuerpo que desestabilizan las funciones corporales de la vida vegetativa y relacional porque los procesos de segurización profunda son deficitarios.

El objetivo esencial de la ayuda psicomotriz

potenciar el proceso de segurización profunda que, al ser deficitario, ha impedido que el niño desarrolle sus capacidades de simbolización, incluso las más elementales, por la vía corporal. La regresión dinámica a través de juegos segurización profunda y de la movilización tónico-emocional que los acompaña es la estrategia fundamental de la ayuda psicomotriz terapéutica.

El trabajo con los padres

Ante todo es necesario trabajar, explicitar e incluso re-formular la demanda con los padres para tener la seguridad que se ha entendido y asumido el sentido de la intervención terapéutica. La claridad del “setting” en la ayuda psicomotriz puede contener, por lo menos inicialmente, la angustia de los niños/as y también de su entorno.

Es evidente que los padres de un/a niño/a con dificultades en su evolución sufren sin poderlo expresar, por esto es necesario intentar que las relaciones con las personas del entorno del paciente (padres, hermanos, educadores…) sean muy claras.

Hablando y escuchando con autenticidad se puede instaurar el clima de confianza necesario para iniciar un proceso terapéutico: definir claramente los objetivos que nos proponemos alcanzar, el “espíritu” y la filosofía de nuestro trabajo (una dinámica de placer, de acción, de juego y de representación) con palabras sencillas y asequibles, dejando siempre la posibilidad de decir NO a la ayuda que se les ofrece, porque la aceptación, el SÍ, sólo tiene sentido cuando la persona se siente emocionalmente libre para decir NO.

La confianza de los que han demandado la ayuda para el/la niño/a se ha de merecer, es evidente que no se puede decretar, simplemente se va instaurando y para conseguirla no se puede intentar manipular dando “consejos educativos” que sólo servirían para descargarles de su capacidad de responsabilidad y por tanto de tomar decisiones como “sujetos”.

En la relación del/la Especialista en PPA con los padres y con los/as maestros/as el objetivo es ofrecer un espacio de escucha atenta, de relación confiada, que permite hacer conscientes las elecciones, las actitudes, las dificultades y también los éxitos y que se pueda hablar de todo ello con la emoción que supone facilitando su colaboración (indispensable para la intervención con el niño/a).

Con algunos padres a veces la escucha puede ser difícil porque están excesivamente implicados en un sistema complejo de relaciones afectivas con su hijo/a. Se pueden comprender las dificultades del niño/a en este campo de interacciones perturbadas que les hacen sufrir a todos y les llevan a reaccionar con unas actitudes de defensa complejas y contradictorias. Ciertamente los padres sufren pero la función del/la Especialista en PPA no es la de ofrecer una ayuda estructurada a los padres que sólo piden una intervención especializada para su hijo/a y es necesario derivarles a otros especialistas.

Pero a menudo se subestima la capacidad de las personas para cambiar por sí mismas cuando se sienten aceptadas plenamente con sus palabras y con sus emociones. Hemos podido constatar que esta aceptación les da confianza en sí mismas y modifica su actitud permitiéndoles evolucionar, lo que repercute muy favorablemente en la evolución de sus hijos/as. En esto radica la paradoja cuanto menos se intenta que cambien, lo hacen más fácilmente ya que las resistencias afectivas son menores. Creemos que las personas tienen la capacidad de cambiar por sí mismas siempre que se encuentren en un contexto de confianza, de seguridad afectiva, de libertad de expresión y de mediación ajustado a la persona.

Rol del Especialista

Es necesaria una observación interactiva del/a niño/a en relación con el/la psicomotricista para decidir la intervención por medio de la ayuda psicomotriz. Consiste en observar durante la interacción terapeuta -niño/a sus capacidades de segurización profunda, sus posibilidades de modificación tónicoemocional y sus capacidades de simbolización por la vía corporal, por mínimas que sean.

El/la terapeuta durante el tratamiento de ayuda psicomotriz interacciona con el/la niño/a implicándose a nivel tónicoemocional y se sitúa con el/la niño/a a un nivel de funcionamiento arcaico segurizante. La implicación supone la vivencia de “resonancias tónico emocionales recíprocas” indispensables para la emergencia de los fantasmas de acción que no han podido expresarse nunca o para la formación de los primeros fantasmas de acción que surgirán de las experiencias corporales vividas en una relación.

El/la terapeuta asume las identificaciones que el/la niño/a proyecta sobre él/ella y las representa: es odiado/a (destruido/a, tirado/a, muerto/a) y es amado/a (agarrado/a, retenido/a, apresado/a, protegido/a, cuidado/a, salvado/a); pero a la vez el/la terapeuta delimita claramente lo que es de uno (paciente) y del otro (terapeuta); sabe mantenerse firme, oponiéndose al/la niño/a y es capaz de decir NO con claridad, lo que es necesario para la dinámica de maduración psicológica del/la niño/a.

“Ponerse en la piel del/la niño/a manteniéndose en la propia piel” es una metáfora que ilustra bien esta relación intensa y necesaria entre el/la terapeuta y el/la niño/a. Esta condición exige que el/la terapeuta funcione a un nivel arcaico sin dejar de ser el/la mismo/a: idéntico/a y maleable, transformable. La maleabilidad terapeuta que se deja transformar por su paciente, a nivel tónico, postural, motor y emocional, manteniéndose idéntico/a en su calidad de acompañamiento, favorece la transformación tónicoemocional del/la niño/a y desbloquea sus imágenes mentales.

El/la niño/a sólo puede llegar a construirse si el/la terapeuta comparte con él/ella el placer de jugar y de comunicarse, por ello es necesario que el/la terapeuta no proyecte excesivamente los propios afectos de placer a través del movimento o del lenguaje.

Definir esta actitud con palabras, fuera del contexto experiencial, parece banal.

Las palabras clave que se mantienen son “ESCUCHA”, “COMPRENSIÓN”, y “RESPETO”. LA ACTITUD DE ACOGIDA EMPÁTICA las incluye todas, pero si no se ha experimentado e interiorizado, sólo recubre una realidad abstracta y desencarnada, sin cuerpo!!.

FISIOTERAPIA INFANTIL EL VENDRELL

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